Necesito una caja de zapatos.
Tengo la mariposa, los billetes de tren
y el paquete de Lucky
sobre la mesa en la que escribo.
No es un mal sitio, pero
hacen interferencias
y se convierten
en la carta de ajuste de mis días.
Necesito una caja
donde poner a salvo
las cosas que dejaste a mi atención.
Aquí,
al aire libre
y conmigo mirando hasta gastarlas
corren el riesgo
de cambiarse de idioma
para que no las llame por tu nombre.