Dos años no pasan en vano. Menos cuando los chavales te piden la hora bautizándote "usted". O cuando el verbo que más utilizas al pronunciar la palabra "pelo" es depilar. El caso es que si "una ciudad es el mundo", un hogar es el origen. Tú.
Me gusta estar jodido antes
de salir camino al curro. Que tú duermas todavía. Darte un beso de sin querer.
Esperar a que te rías sin despertarte.
Me gusta decir que no me
gusta que te enfades. Afilarte. Equivocarme por muy poquito.
Me gusta ordenar tus cosas.
Mentira.
Me gusta pedirte perdón
cuando la cago. Más que la cagues y seas tú quien me lo pida. Sincero. Por eso
funciona.
Me gusta tener secretos y
creer que no los tienes.
Me gusta ser docente.
Hipotecas y golosidades. Me gusta ser más niño que tú durante el desayuno. Que
hagas tortitas, ca vez en cuando, estimula.
Me gustan Adrede, Extremo y
Zenet. Aún más que tú los odies.
Me encanta no saberte, tu
fobia a los unidireccionales.
Y el bosque.
También me encanta el
bosque.
Ese en el que te columpias
usando los dos árboles que te vienen en gana.
El que siembra tu saliva
ordinaria.
La de verdad.
De la que dependen las
cosas.
Yo.