viernes, 7 de noviembre de 2008

EL VASO DE TUBO

¿No os he contado nunca lo que me ocurrió... ¡CON UN VASO DE TUBO!?
Veréis, hace más de dos días y menos de cuatro, a eso de las 20 horas, la sed se apoderó sin piedad de mi pobre y expandido organismo. Una insólita revelación me hizo abandonar el sofá sin despedirme y acudir a la nevera en un acto tan falto de pereza que no sabría definir con exactitud. Sé que el sólo hecho de imaginar este acontecimiento produce escalofríos, pero no es lo peor, cuando abrí esa especie de cápsula que contenía tanto bebidas como alimentos, una radical ambición de civismo me recorrió la médula de cabo a rabo...y decidí usar un vaso.
¡Cielo santo! ese puto armario contenía una variedad de recipientes admirable, decidirme por uno de ellos se estaba convirtiendo en la elección más difícil que puede imaginar un ser humano: los había bajitos, gordos, brillantes, elocuentemente limpios, algunos incluso portaban mensajes dignos del más lúcido filósofo; una de ellas, nunca la olvidaré, amarilla y radiante como el sol de un invierno en Tumbuctú versaba "múltiplicate por cero". La decisión comenzó a producirme tantas dudas que incluso me planteé la opción de rendirme, fue entonces cuando le vi, erguido en el escurridor, relampagueante, presidiendo toda la tropa de vidrio que invadía mi cocina; ese vaso de tubo sabía lo que era la elegancia. Era guapo, joder qué si era guapo, no existía ser más brioso en la faz de la cocina. Me mostró mundos de cuya existencia nunca supe, me llevó a parajes donde la sed claudicaba ante su sola presencia. Pero cuando quise aprehenderlo quedé petrificado, sentí su tristeza, supe que su belleza, lejos de ser un don, era el castigo que el dios de las vajillas le había impuesto por atreverse a cortejar a una copa de bohemia. Lo convirtió en un vaso zombi condenado a insípidas inundaciones hasta que un alma pura decidiera liberarlo tomándose en él un sobre de Frenadol.
Llevo una semana resfriado y aún no he sido capaz de encontrar una cucharilla con la que concederle su tan ansiada y merecida libertad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fantástico!
Que grande hacer algo tan enorme y poético de algo tan pequeño, insulso.
Como los hombres, ese vaso ansía ser utilizado para algo más de lo que realmente es.. pobre conocedor de su limitación, de su lugar en este mundo.