Una noche
es diciembre y te acuestas
traicionado
por una edad distinta.
No recuerdas el peso de los
muros
ni existe el escondite
donde te encariñaste con el
miedo.
La primera mudanza de tu
vida
y te ha pillado fuera.
Siempre has tenido el don.
El ruido de los coches en
secuencia
sustituyó hace mucho a los
gorriones.
Horas
como tubos de escape
diplomáticos
te amarran a la cama
y no te sueltan
hasta que hayas soñado
suficiente.
El ruido de los coches
te va cambiando de canal,
ningún sueño es entero.
Tienes el don
pero primero tienes que
acabarte
todo lo que empezaste a
soñar. Así funciona.
Nada ha sido un regalo.