Toqué el paisaje y sus heridas
hicieron caso omiso de mis palmas,
volví a tocar más suave
y de su tacto
tan sólo permanece la zalema.
Como hueso el olivo
y carne veterana los tractores,
un poema de infancia se me escribe en la frente.
No puedo
hablar de longitud
ni sentir la vergüenza original
del campo al penetrarse de hierro los caminos.
Un niño en bicicleta no debiera saber
por qué los jornaleros llevan sueltos los ojos,
un hombre a estas alturas
no tendría que hablar sin perder los papeles.
4 comentarios:
MAagnífico, como siempre,querido amigo. Magníficos estos versos. Me alegra verte y leerte. Siempre aprendo de tus metarrelatos.
Tomo estos versos para colgarlos en el blog Página 72. Si no te gusta que aparezca me lo dices y lo cambio.
Gracias.
Un abrazote Tino
Me encanta que aparezca Tino, muchas gracias y el enorme abrazo de siempre.
Siempre es bueno volver, y cuando por fin lo hago, me doy cuenta de que lo bueno sigue tan bueno como siempre.
Un abrazo, Antolín
Marian
Te he dicho ya cuánto me gusta verte. Pues eso. Y besos, no nos dejemos los besos.
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